Teoría de la Acción
Comunicativa
El actuar
humano configura una práctica
comunicativa que se va renovando, acorde a las pretensiones, valores, normas,
estrategias de acción y supuestos que alinean y perfilan el comportamiento de
las personas o las de un grupo. Al
respecto Picón (1994), señala que:
El
comportamiento que un individuo despliega responde a sus creencias, valores,
normas, supuestos, estrategias de acción; y en el caso de una organización
estarían representadas por las imágenes o micro teorías que los actores
construyen en sus mentes para guiar su conducta. (p.54)
En otras palabras, el actuar en el ser humano, exige una percepción intuida por parte de sí mismo
para distinguir y comprender sus
acciones, aunado a la existencia de fuerzas motivadoras propias de sus
necesidades como personas. Bajo esta premisa, se pueden establecer
interconexiones con el mundo que las rodea que presume procedimientos objetivos
en doble dirección. En la primera se plantea si las acciones de los docentes
están relacionadas con el contexto normativo, en consecuencia será considerado
como legítimo. Y en segunda dirección,
caracterizada por si las normas vigentes envuelven valores relacionados a una
determinada situación, donde se evidencian
intereses personales, en este sentido las acciones podrán ser
reconocidas o no como legítimas.
Habermas (1987) propone un modelo de conexión de la teoría de la
racionalidad y la de la sociedad. En este sentido propone analizar la sociedad
como dos formas de racionalidad que están articuladas simultáneamente: la
racionalidad sustantiva del mundo de la vida y la racionalidad formal del
sistema, pero donde el mundo de la vida representa una perspectiva interna como
el punto de vista de los actores que actúan sobre la sociedad, mientras que la
perspectiva externa, como estructura que
está determinada en la sociedad. El autor enfoca a la sociedad como un
conglomerado de sistemas complejos, estructurados, donde el actor
intercambia experiencias dentro de procesos racionales y burocráticos, y por
otro lado, incluye el análisis sociológico que da prioridad al actor, como
creador inteligente, pero a la vez sumergido en la subjetividad de los
significados del mundo que lo rodea.
Así
mismo Habermas (1987), puntualiza a
la “… interpretación de por lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y acción,
ya sea por medios verbales o medios extraverbales estableciendo una relación
interpersonal…” (p.246).
Se deduce del autor, que para que la acción comunicativa se lleve a cabo deben intervenir dos actores auxiliados por unos medios verbales o
extraverbales para que el mensaje objeto de la comunicación circule desde el
origen hasta el destino. La comunicación
como proceso dinámico de
entendimiento entre las personas y en las organizaciones sociales, influye en
la vida del ser humano tanto en el aspecto individual como en su dimensión
social para futuras acciones y comportamientos. En ese sentido, el modelo de
acción comunicativa Habermas (1987) hace referencia a dos tipos de validez para
el entendimiento en la comunicación:
a) Validez de la
rectitud del modelo: cuando el hecho del habla es correcto en relación al
contexto normativo vigente dentro del propio contexto normativo en
cumplimiento, en el cual se ejecuta el
acto y es legítimo.
b) Validez de la
veracidad del modelo: cuando la intención expresada por el hablante coincide
realmente con lo que él piensa… (p.286)
Además señala que cada forma de enunciado tiene, un sentido
específico de fundamentación según los comportamientos:
1. Enunciados descriptivos: certificación de la existencia de
estados de cosas.
2. Enunciados normativos: argumento de la aceptabilidad de
acciones o de normas de acción.
3. Enunciados evaluativos: justificación de preferibilidad de
valores.
4. Enunciados expresivos: evidencia de la transparencia de
las autopresentaciones.
5. Enunciados explicativos: exhibición de que las expresiones
simbólicas han sido correctamente generadas.
Las pretensiones de veracidad no pueden fundamentarse con
razones, sino que únicamente pueden mostrarse, Habermas (1987) señala de
“crítica” y no de “discurso”: Sólo la verdad de las proposiciones, la rectitud
de las normas morales y la inteligibilidad o correcta formación de las
expresiones simbólicas son pretensiones universales de validez que puedan ser
utilizadas para coordinar acciones para lograr metas y objetivos.