miércoles, 14 de diciembre de 2016



FACTORES DE RIESGO y FACTORES PROTECTORES
Dra. Virginia Ortiz
U.D. Psiquiatría y Salud Mental


Los trastornos mentales se inician muchas veces en edades que interfieren en la educación y el empleo, dañando por completo el futuro del sujeto, por lo que la identificación de factores de riesgo y factores protectores debería de ser uno de los objetivos en psiquiatría. Nosotros estudiaremos a partir del modelo ecológico estos factores de riesgo y factores protectores, de manera que seamos capaces de ver la enfermedad mental no sólo como patología sino también como un proceso con probabilidad de intervención temprana, aclarando que esto no le compete únicamente al médico si no a un equipo multidisciplinario de trabajo y estudio.
El modelo ecológico organiza los factores de riesgo y factores protectores en distintos niveles de acción, de manera que permite comprender que estos se dan como resultado de una acción entre factores individuales, relacionales, sociales, culturales y ambientales.
Un factor de riesgo es una característica del individuo y/o de su ambiente y debe seguir los siguientes criterios:
1. El factor debe estar presente antes del inicio del trastorno.
2. Incrementa la probabilidad de un trastorno a futuro en individuos expuestos al factor, comparado con aquellos que no han sido expuestos.
Así también se han identificado factores de riesgo específicos para desordenes psiquiátricos, los cuales se han agrupado en cinco niveles:
1. Características individuales: identifica los factores biológicos y personales.
2. Factores parentales y familiares (sicopatología en padres, problemas maritales, estatus económico).
3. Características del grupo social (delincuencia.)
4. Características escolares (liderazgo, rendimiento académico.)
5. Características de la comunidad y el vecindario (barrios marginales o pobres, red de apoyo social.) Identifica las características de estos ámbitos, la movilidad de residencia, la heterogeneidad y la densidad de población, entre otras.
La posibilidad de presentar un trastorno es dependiente de factores de riesgo existentes que se acumulan a lo largo del tiempo.
Se considera que existe mínimo riesgo cuando están presentes uno o dos factores, mientras que la existencia de tres o más factores incrementan el riesgo significativamente. Estos no son específicos para predecir la presencia de determinada patología mental, pueden ser asociados con uno u otro trastorno.
En muchas ocasiones las situaciones de competencia y/o sobrevivencia a las que se ve sometido el niño y el adolescente son causa de trastornos psicosomáticos (dolor abdominal recurrente, cefaleas, problemas respiratorios) que se dan especialmente en períodos de transición psicosocial, tal como sucede durante la adolescencia en donde al no recibir apoyo adecuado de la familia y la escuela, el o la joven tienden más adelante a ser presa de la presión del grupo. Por esto en países en desarrollo como el nuestro, es importante situarnos dentro de los cinco niveles mencionados anteriormente. Un alto porcentaje de la población infanto-juvenil crece y se desarrolla en circunstancias intolerables, víctimas de la violencia común, la explotación laboral infantil, niños de la calle y madres adolescentes con una escasa red de apoyo social, lo que les lleva a exponerse prematuramente al sexo sin protección, crimen, drogas y violencia4, aunado a los desastres naturales que se presentan cada vez con más frecuencia, dejando como consecuencia a esta población desprotegida, en muchos casos en la orfandad.
Aunque la falta de profesionales en esta área no se considera como factor de riesgo dentro de los mencionados anteriormente, debe tenerse presente que siendo el médico de atención primaria, la enfermera o el pediatra quienes ven por primera vez a un paciente de este grupo etáreo, la falta de experiencia para detectar problemas de salud mental en el niño y el adolescente constituyen también un factor de riesgo, dado que esto provoca un subdiagnóstico del trastorno y tanto el paciente como su familia no reciben la atención ni el tratamiento adecuado en el momento en que se inicia la enfermedad. Esto asociado a un subregistro, no permite identificar los factores de riesgo reales, teniéndonos que basar en datos de otros países para establecer algunos programas preventivos.
Como factores protectores definimos a “las condiciones o entornos capaces de favorecer el desarrollo de individuos y grupos capaces de reducir los efectos de circunstancias desfavorables”. Así también estos, al igual que los factores de riesgo, preceden a la ocurrencia del trastorno y pueden reducir su probabilidad en presencia de un factor o una situación de riesgo. Algunos propuestos como posibles factores protectores son las características del individuo, su relación con otros y las características de su ambiente.
A continuación se describen de acuerdo al ciclo vital de la infancia y la adolescencia.
ATENCIÓN EN EL PERIODO PRENATAL
Dado que sabemos que, en la forma en que las estructuras biológicas determinan el crecimiento y desarrollo futuro del sujeto, en las características y el funcionamiento del sistema que lo recibe y en el afecto mediante el cual se establecen los vínculos con los otros individuos y la sociedad, es de vital importancia que los programas de salud mental se inicien desde el periodo prenatal, considerando íntegramente todos sus aspectos; las actividades de prevención y promoción comienzan con la preparación de la paternidad y la educación sexual.
Las acciones de estos programas deben estar encaminadas a todos los sujetos en edad reproductiva, hombres y mujeres. Aquí es donde debe empezar el fin del divorcio entre todos los programas de salud que en la actualidad funcionan como programas independientes. El Trabajador de Salud debe comprender y estar preparado para incluir dentro de sus actividades comunitarias temas de capacitación que incluyan, entre otros:
•desarrollo psicosexual normal
•relaciones sociales de los jóvenes
•rol social de la mujer
•relaciones afectivas de la pareja
En esta etapa es importante además, que los trabajadores de salud alerten a la población con la que trabajan, sobre los efectos nocivos del tabaco y el alcohol, haciendo hincapié en la necesidad de evitar su uso durante la gestación y la lactancia.
ATENCIÓN EN EL PARTO
El momento del parto es una etapa crítica por los riesgos y el grado de vulnerabilidad para la
vida del niño y la madre así como para el sistema nervioso central del neonato. Ya en 1977, la Organización Mundial de la Salud, consideraba: “En la actualidad, cuando los países en desarrollo procuran disminuir las altas tasas de mortalidad materno-infantil, la preocupación por los aspectos de salud mental podría considerarse erróneamente como un lujo innecesario.”
Aunque lo siguiente parezca fuera de lugar, es importante en este punto tomar medidas para desarrollar programas preventivos basados en los conocimientos actuales sobre el desarrollo psicosocial del niño. Estas medidas deberían ser de aplicación inmediata, con la obligación de mejorar la atención obstétrica para disminuir cualquier tipo de daño que en el futuro pudieran convertirse en problemas psicosociales y de salud mental tales como discapacidades y reducción de las posibilidades de bienestar. Estos tipos de medidas deben ser aplicables a cualquier nivel del sistema de salud.
ATENCIÓN AL LACTANTE
El propósito de cualquier programa para niños consiste en proveer condiciones óptimas tanto para su desarrollo físico como mental. El concepto debe ser aplicado incluyendo programas de actividades que enfaticen la importancia del afecto y el contacto con el niño, junto con otros que destaquen la nutrición adecuada, la higiene y los cuidados físicos.
Promover la lactancia materna es fundamental en ésta etapa; aunque en el área rural es una práctica común, en las áreas urbanas cada vez cobra menos relevancia dadas las condiciones de vida y de trabajo que tienen las mujeres. Por lo tanto, debe orientarse a las madres sobre la importancia de la lactancia y del destete, así como recuperar los contratos de trabajo que permiten la hora de lactancia, dado que actualmente un importante número de mujeres no poseen ni gozan de ninguna prestación laboral que permita preservar este hábito.
Debe orientárseles también sobre los cuidados generales y emocionales del niño, la importancia de la relación madre-hijo, las ventajas de hablar al niño y de estimularlo adecuadamente. Con relación a este último punto, un programa sencillo que ayuda a desarrollar cuidados especiales para los trastornos mentales es la estimulación temprana, la cual se puede ensayar organizando a las madres en grupos que se motiven, apoyen, instruyan y supervisen mutuamente, y en los que aprendan no sólo lo específico sino también los cuidados generales del niño.
Otra situación importante que no es tomada en cuenta por los trabajadores de salud mental, son los programas de vacunación. El cumplimiento adecuado de estos programas conlleva la prevención de secuelas posteriores que pueden ser evitadas por la vacunación, por ejemplo, los cuadros de encefalitis secundarios al sarampión, que en la mayoría de casos dejan daños cerebrales como secuelas.

ATENCIÓN AL PREESCOLAR
En este caso el trabajador de salud mental debe identificar los grupos de preescolares en su comunidad. En el área rural esto es relativamente más fácil dada la cercanía que este tiene con la escuela, las iglesias, y otros centros donde asisten los niños con sus padres; en el área urbana esto es mucho más complicado. La labor a esta edad consiste en informar a la comunidad en general y a los padres en particular, sobre el desarrollo del niño así como saber reconocer sus limitaciones, de tal manera que sea factible detectar precozmente fallas sensoriales (audición, visión, etc.)
La sensación subjetiva de enfermedad produce trastornos emocionales que son más intensos en los niños y en muchos casos generan irritación e incomodidad en los padres, sobre todo cuando estos lo perciben como un medio para alcanzar beneficios secundarios.
En esta edad son frecuentes los accidentes y existen riesgos latentes dada la curiosidad, manipulación y deseo de controlar objetos, actitudes características de los niños preescolares, de manera que es vital la importancia que adquiere el adulto que cuida a este niño. Por esto las madres o familias con problemas socioeconómicos, padres deficientes mentales o psicóticos, deben ser detectados, darles seguimiento y referirlos para tratamiento, con el fin de salvaguardar la integridad del preescolar.
ATENCIÓN AL ESCOLAR
Con el niño que no asiste a la escuela debe tenerse una atención especial.
Estos niños viven en mayor riesgo dadas sus condiciones socioeconómicas; son niños que deben salir a la calle, tanto en el área urbana como en el área rural y realizar labores que ponen en riesgo su integridad, aunado a esto la exposición al maltrato, la explotación laboral infantil, las drogas, el alcohol y el abuso sexual, son factores que deben ser detectados a tiempo para evitar que se conviertan en factores de riesgo, aunque difícilmente es posible hacerlo dado el escaso número de trabajadores de salud mental comunitarios.
Por otro lado, con los niños que asisten a la escuela es relativamente más fácil identificar problemas como dificultades en el aprendizaje y fracaso escolar asociados a otros trastornos como el Déficit de Atención y trastornos sensoriales, entre otros. Es necesario establecer una alianza estratégica entre el trabajador de salud mental, los centros escolares, los maestros y los padres de familia.

ATENCIÓN AL ADOLESCENTE
Implementar acciones que permitan que los adolescentes tengan opciones de sano crecimiento y desarrollo. Además de la prevención y promoción de estilos de vida saludables como los programas contra el tabaco, alcohol, drogas, sexo consciente y seguro, es importante proporcionarles las herramientas para que ellos mismos gocen de espacios de diversión. Así, fomentar la creación y construcción de lugares para la práctica de deportes, facilitarles el acceso a bibliotecas, tener la posibilidad de participar en actividades culturales, ya sea como actores de un proceso o como participantes a las diferentes opciones que deberían existir.

sábado, 2 de julio de 2016

Articulación entre Educación Inicial y Educación Primaria



Articulación de la educación en el sistema educativo venezolano desde la transdisciplinariedad.
 Dra. Madeleine Colmenares.
La problemática de la continuidad o articulación entre educación infantil y primaria no es un tema nuevo, pero hoy adquiere una mayor significación dadas las exigencias educativas para el nuevo milenio que trae consigo grandes demandas al desarrollo científico técnico y por tanto al desarrollo de las futuras generaciones. El estudio de esta relación responde al criterio referido a la necesaria continuidad que debe existir entre la educación preescolar y la escolar como dos eslabones de un proceso educativo único, lo cual está determinado esencialmente por el nivel cada vez más complejo y elevado de las exigencias de la escuela primaria y por otra parte, por la conciencia de las grandes posibilidades que tiene la etapa preescolar para lograr un mayor desarrollo de los niños de estas edades.
El desarrollo del potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad con valoración de la ética, del trabajo, de la identidad nacional, la participación protagónica para la transformación social con una visión latinoamericana, es el fin último de la educación venezolana, tal como aparece señalado en el preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Para el logro de estos objetivos fundamentales es necesario contar con un sistema educativo coherentemente articulado. La ausencia de cohesión entre los diferentes subsistemas, niveles y modalidades que conforman el aparato educativo venezolano, se ha convertido en un nudo crítico de alta relevancia, ya que las partes que lo estructuran no funcionan de manera articulada, y en algunos casos se desconocen, compiten y se culpabilizan entre sí.
En particular entre los niveles de Educación Inicial y Educación Primaria, esto se aprecia en los comentarios, tanto de docentes y directivos, como de padres y representantes, cuando sus niños y niñas, específicamente en los grados que implican pasar de un nivel a otro, no alcanzan las competencias básicas que les permitan ser promovidos al grado inmediato superior. Entre las expresiones más comunes repetidas en diferentes contextos y emitidas por todos los actores, se tienen: “Realmente en el nivel anterior no prepararon suficientemente al niño”; “No entiendo lo que quiere esa maestra, para ella ya el niño tiene que saber hasta multiplicar, pero si hasta ahora es que está empezando a cursar el primer grado”; “¿Será que estos docentes de Educación Inicial y del Primer Grado de Educación Primaria nunca han hablado para ponerse de acuerdo?, ¡y eso que están en la misma escuela!”.
Estos comentarios dejan al descubierto que no existe tal sistema, es decir que se reafirma lo que señala Lucchetti (2010), quien refiere, que cada nivel trabaja como parcela claramente delimitada en el ámbito administrativo, en los ambientes de aprendizaje organizados “acordes” al nivel, en la práctica pedagógica específica, entre algunos aspectos que los diferencian.
Como consecuencia de no contar con un sistema educativo donde se consideren los principios de unidad y coordinación, se impide que el currículo se organice como un continuo y de esta forma surgen los saltos, las brechas, las rupturas, los vacíos y las contradicciones existentes entre cada uno de los elementos que lo estructuran, los cuales afectan de manera significativa la posibilidad de aplicación de los principios de equidad, pertinencia, eficacia, eficiencia, efectividad y, por ende, se menoscaba la calidad de la educación.
Lograr la continuidad educativa, implica capturarla en su complejidad, es decir, que la articulación no sólo tiene que ver con lo cognitivo e intelectual, sino también con lo afectivo, emocional y motivacional. Por tal razón, se parte del significado del proceso, entendido como: unir, conectar y complementar entre contextos, agentes educativos, subsistemas, niveles, modalidades, tiempos, espacios y recursos, en relación con intenciones, concepciones y acciones que llevan a la formación del ciudadano que la sociedad requiere, por ende la articulación es un asunto complejo, ya que envuelve diversos procesos, que implican considerar lo organizativo, lo curricular y lo interdisciplinario, con el propósito de facilitar el transitar del niño y la niña del nivel de Educación Inicial al Primer Grado de Educación Primaria, desde el goce y su desarrollo armónico e integral.
Escribir sobre articulación sin tocar el término transición, es escribir a medias, estos dos términos están íntimamente ligados en el ámbito educativo; pero, cada uno de ellos implica procesos diferenciados. Es importante abordar la conceptualización del término articulación, a partir de diferentes definiciones y la posición que asume la investigadora.
Para definir articulación, es necesario remontarse a su génesis, según la Real Academia Española de la Lengua (1984), el vocablo viene del latín “articulatio”, que significa “enlace o unión de piezas o partes; lo que sirve para unir, enlazar, atar”; vínculo, coyuntura, acoplamiento, unión, enlaces, sínfisis, orquestación, organización, estructura.
Al respecto Peralta (2010), indica: “todas las aplicaciones de este término, dan cuenta de dos partes que están separadas y que requieren de este tercer elemento (externo a ello), para poder enlaza
rse, o en el mejor de los casos ‘unirse’”. Una de las definiciones, que es necesario considerar, es la planteada por Durán (2009), la cual está circunscrita en los niveles de Educación Inicial y el Primer Grado de Educación Primaria. El autor señala que: “La articulación es la continuidad de técnicas, experiencias e instrumentos que respeten al niño como ser único e irrepetible, porque el niño que ingresa al Primer Grado sigue siendo el mismo niño, con interés de jugar, pintar, explorar, trabajar con material variado, de diversos colores, formas y tamaños, un salón de clase con un ambiente que lo invite a experimentar”. (p. 1).
Se asume al proceso de articulación, desde una de sus aristas, que en este caso está relacionada con uno de los elementos operativos, conectados con las estrategias y lo relativo al ambiente. Esto permite entrever que dicho proceso debe guiarse para favorecer la continuidad de los aprendizajes, la gradualidad y el pasaje feliz y fluido y no traumático entre niveles. Esta perspectiva de la articulación responde a una concepción del desarrollo que supera la idea de sucesión de fases rigurosamente definidas y netamente diferentes, evitando rupturas en los puntos neurálgicos de la escolaridad. Por su parte Lucchetti (2010), señala que: “El concepto de articulación se refiere a la unión o enlace entre partes. Esto supone reconocer que las partes son distintas entre sí y a la vez forman parte de un todo”. (p. 10). Esta definición implica dos hechos; uno que la articulación es más que la sumatoria de hechos aislados y que además se puede destacar que hay la necesidad de trabajo en conjunto y que en este proceso, la articulación, es un requisito indispensable para lograr la calidad educativa. Otros aspectos que subyacen a la definición realizada por Lucchetti (2010), tiene que ver con construir un puente, pues es necesario un conocimiento mutuo de los contenidos, las formas de trabajo y las normativas de ambos niveles. Eso requiere la constitución de espacios de reflexión, discusión e integración pedagógica. Esto implica una comunicación de doble vida, sin prejuicios, que permitan vincular productivamente ambos niveles, centrándose en un quehacer compartido. Cuidando, por supuesto, no infantilizar a los niños y niñas del Primer Grado, ni endurecer las estrategias de enseñanza en el nivel inicial, se debe revisar algunas pautas de orden, presentación y secuencia de contenidos, estrategias y ritmo de enseñanza y aprendizaje.
Otra definición, que es necesario abordar, es la planteada por Franco (2010), quien considera que:
En educación, la articulación significa lograr la unidad de ideas y acciones, implicando esto la integración de todas las influencias educativas que recibe el individuo durante su vida, por lo que es preciso coordinar todo el trabajo y todas las actividades a fin de unificar criterios y modos de actuación, tomando en cuenta los principios de la unidad y la diversidad. (p. 36)

El concepto presentado por dicho autor, complementa lo planteado por los autores antes mencionados, no solo se queda en la necesidad de dar continuidad a técnicas, instrumentos, estrategias, como lo señalan Durán (2009) y Peralta (2010), además incluye la idea de sistema, esbozada por Lucchetti (2010), sino que también anexa otros aspectos, tales como los relacionados con el diseño, el docente. En el contexto educativo venezolano, también se ha conceptualizado el término articulación; ésta se puede encontrar en el Manual de Orientaciones Pedagógicas (1997), en donde se señala que éste proceso se refiere a: “… tender un puente que permita establecer una estructura de relaciones entre ambos niveles educativos” (p. 71).
Los procesos pedagógicos deben articular la estructura del sistema educativo para hacer posible al niño y la niña el acceso hasta el más alto grado de preparación y formación. Por ello es necesario construir un puente que se conecte adecuadamente a cada uno de los elementos que estructuran el sistema educativo, debido a las implicaciones que su ausencia acarrearía.
La edad preescolar constituye una etapa significativa en la vida del individuo, pues en ella se estructuran las bases fundamentales del desarrollo de la personalidad, se forman y regulan una serie de mecanismos fisiológicos que influyen en el desarrollo físico, el estado de salud y en el grado de adaptación al medio. La entrada del niño a la escuela constituye un momento fundamental de su vida, va a iniciar el proceso de aprendizaje sistemático de los fundamentos de las ciencias, comienza una actividad seria y responsable: el estudio, que durante toda la vida escolar va a constituir la actividad fundamental y por su cumplimiento será evaluado por los maestros, padres, coetáneos y por la sociedad en general. Este hecho refleja la importancia que tiene para el niño obtener éxito, fundamentalmente en el primer grado, eslabón inicial de este proceso, donde se sientan las bases para el futuro aprendizaje y se adquieren hábitos y procedimientos de trabajo que resultarán básicos para toda su labor posterior como escolar.
Al incorporarse a la vida escolar, el niño experimenta una reestructuración psicológica esencial, pero este niño que culmina su 6to. año de vida y comienza en el 1er. grado, mantiene aún, las características psicológicas propias de la edad preescolar, dadas por ser el desarrollo un proceso continuo pero paulatino y progresivo, requiriendo del niño un tiempo de adaptación a los nuevos cambios en su vida que puede durar desde los primeros meses hasta incluso todo el curso escolar, en dependencia de sus peculiaridades individuales, construidas de forma particular bajo la influencia del medio familiar y sociocultural en general en que se ha educado. En este sentido López (2010) expresa:
Algunos maestros de 1er. grado, en su manejo pedagógico con los niños, pretenden convertirlos bruscamente en escolares, obviando que constituye un período de tránsito de preescolar a escolar, que ocurre en las condiciones físico-ambientales de una escuela, para lo cual hay que prepararse. (pág. 28).
Constituye una necesidad el asesoramiento a los docentes del 1er. grado en la instrumentación de su labor pedagógica a fin de evitar que se produzca un cambio brusco de una etapa a otra. Existe acuerdo a nivel internacional acerca de la trascendencia de la continuidad entre la educación inicial y preescolar y la educación básica. Se coincide en que el tránsito de una etapa a otra debe producirse de manera natural y que debe haber preparación tanto de los niños como de los docentes que están implicados en esta continuidad. Comprender esta problemática implica previamente definir la posición teórica acerca del desarrollo infantil y la influencia de la educación de la cual se parte. Para nosotros, el desarrollo es un proceso continuo y ascendente, que ocurre como resultado de la educación, y los logros que se producen en una etapa determinada tienen sus gérmenes en la anterior en términos de potencialidad, y sientan las bases para la siguiente. En su de cursar se hacen evidentes contradicciones que promueven el tránsito de una etapa a la otra.