FACTORES
DE RIESGO y FACTORES PROTECTORES
Dra. Virginia Ortiz
U.D. Psiquiatría y Salud Mental
Los trastornos mentales se inician muchas veces en
edades que interfieren en la educación y el empleo, dañando por completo el
futuro del sujeto, por lo que la identificación de factores de riesgo y
factores protectores debería de ser uno de los objetivos en psiquiatría.
Nosotros estudiaremos a partir del modelo ecológico estos factores de riesgo y
factores protectores, de manera que seamos capaces de ver la enfermedad mental
no sólo como patología sino también como un proceso con probabilidad de
intervención temprana, aclarando que esto no le compete únicamente al médico si
no a un equipo multidisciplinario de trabajo y estudio.
El modelo ecológico organiza los factores de riesgo
y factores protectores en distintos niveles de acción, de manera que permite
comprender que estos se dan como resultado de una acción entre factores
individuales, relacionales, sociales, culturales y ambientales.
Un factor de riesgo es una característica del
individuo y/o de su ambiente y debe seguir los siguientes criterios:
1. El factor debe estar presente antes del inicio
del trastorno.
2. Incrementa la probabilidad de un trastorno a
futuro en individuos expuestos al factor, comparado con aquellos que no han
sido expuestos.
Así también se han identificado factores de riesgo específicos
para desordenes psiquiátricos, los cuales se han agrupado en cinco niveles:
1. Características individuales: identifica los
factores biológicos y personales.
2. Factores parentales y familiares (sicopatología
en padres, problemas maritales, estatus económico).
3. Características del grupo social (delincuencia.)
4. Características escolares (liderazgo,
rendimiento académico.)
5. Características de la comunidad y el vecindario
(barrios marginales o pobres, red de apoyo social.) Identifica las
características de estos ámbitos, la movilidad de residencia, la heterogeneidad
y la densidad de población, entre otras.
La posibilidad de presentar un trastorno es
dependiente de factores de riesgo existentes que se acumulan a lo largo del
tiempo.
Se considera que existe mínimo riesgo cuando están
presentes uno o dos factores, mientras que la existencia de tres o más factores
incrementan el riesgo significativamente. Estos no son específicos para
predecir la presencia de determinada patología mental, pueden ser asociados con
uno u otro trastorno.
En muchas ocasiones las situaciones de competencia
y/o sobrevivencia a las que se ve sometido el niño y el adolescente son causa
de trastornos psicosomáticos (dolor abdominal recurrente, cefaleas, problemas
respiratorios) que se dan especialmente en períodos de transición psicosocial,
tal como sucede durante la adolescencia en donde al no recibir apoyo adecuado
de la familia y la escuela, el o la joven tienden más adelante a ser presa de
la presión del grupo. Por esto en países en desarrollo como el nuestro, es importante
situarnos dentro de los cinco niveles mencionados anteriormente. Un alto
porcentaje de la población infanto-juvenil crece y se desarrolla en
circunstancias intolerables, víctimas de la violencia común, la explotación
laboral infantil, niños de la calle y madres adolescentes con una escasa red de
apoyo social, lo que les lleva a exponerse prematuramente al sexo sin
protección, crimen, drogas y violencia4, aunado a los desastres naturales que
se presentan cada vez con más frecuencia, dejando como consecuencia a esta
población desprotegida, en muchos casos en la orfandad.
Aunque la falta de profesionales en esta área no se
considera como factor de riesgo dentro de los mencionados anteriormente, debe
tenerse presente que siendo el médico de atención primaria, la enfermera o el
pediatra quienes ven por primera vez a un paciente de este grupo etáreo, la
falta de experiencia para detectar problemas de salud mental en el niño y el
adolescente constituyen también un factor de riesgo, dado que esto provoca un
subdiagnóstico del trastorno y tanto el paciente como su familia no reciben la
atención ni el tratamiento adecuado en el momento en que se inicia la
enfermedad. Esto asociado a un subregistro, no permite identificar los factores
de riesgo reales, teniéndonos que basar en datos de otros países para
establecer algunos programas preventivos.
Como factores protectores definimos a “las
condiciones o entornos capaces de favorecer el desarrollo de individuos y
grupos capaces de reducir los efectos de circunstancias desfavorables”. Así
también estos, al igual que los factores de riesgo, preceden a la ocurrencia
del trastorno y pueden reducir su probabilidad en presencia de un factor o una
situación de riesgo. Algunos propuestos como posibles factores protectores son
las características del individuo, su relación con otros y las características
de su ambiente.
A continuación se describen de acuerdo al ciclo
vital de la infancia y la adolescencia.
ATENCIÓN EN EL PERIODO PRENATAL
Dado que sabemos que, en la forma en que las
estructuras biológicas determinan el crecimiento y desarrollo futuro del
sujeto, en las características y el funcionamiento del sistema que lo recibe y
en el afecto mediante el cual se establecen los vínculos con los otros
individuos y la sociedad, es de vital importancia que los programas de salud
mental se inicien desde el periodo prenatal, considerando íntegramente todos
sus aspectos; las actividades de prevención y promoción comienzan con la
preparación de la paternidad y la educación sexual.
Las acciones de estos programas deben estar
encaminadas a todos los sujetos en edad reproductiva, hombres y mujeres. Aquí
es donde debe empezar el fin del divorcio entre todos los programas de salud
que en la actualidad funcionan como programas independientes. El Trabajador de
Salud debe comprender y estar preparado para incluir dentro de sus actividades
comunitarias temas de capacitación que incluyan, entre otros:
•desarrollo psicosexual normal
•relaciones sociales de los jóvenes
•rol social de la mujer
•relaciones afectivas de la pareja
En esta etapa es importante además, que los
trabajadores de salud alerten a la población con la que trabajan, sobre los
efectos nocivos del tabaco y el alcohol, haciendo hincapié en la necesidad de
evitar su uso durante la gestación y la lactancia.
ATENCIÓN EN EL PARTO
El momento del parto es una etapa crítica por los
riesgos y el grado de vulnerabilidad para la
vida del niño y la madre así como para el sistema
nervioso central del neonato. Ya en 1977, la Organización Mundial de la Salud,
consideraba: “En la actualidad, cuando los países en desarrollo procuran
disminuir las altas tasas de mortalidad materno-infantil, la preocupación por
los aspectos de salud mental podría considerarse erróneamente como un lujo
innecesario.”
Aunque lo siguiente parezca fuera de lugar, es
importante en este punto tomar medidas para desarrollar programas preventivos
basados en los conocimientos actuales sobre el desarrollo psicosocial del niño.
Estas medidas deberían ser de aplicación inmediata, con la obligación de mejorar
la atención obstétrica para disminuir cualquier tipo de daño que en el futuro
pudieran convertirse en problemas psicosociales y de salud mental tales como discapacidades
y reducción de las posibilidades de bienestar. Estos tipos de medidas deben ser
aplicables a cualquier nivel del sistema de salud.
ATENCIÓN AL LACTANTE
El propósito de cualquier programa para niños
consiste en proveer condiciones óptimas tanto para su desarrollo físico como
mental. El concepto debe ser aplicado incluyendo programas de actividades que
enfaticen la importancia del afecto y el contacto con el niño, junto con otros
que destaquen la nutrición adecuada, la higiene y los cuidados físicos.
Promover la lactancia materna es fundamental en
ésta etapa; aunque en el área rural es una práctica común, en las áreas urbanas
cada vez cobra menos relevancia dadas las condiciones de vida y de trabajo que
tienen las mujeres. Por lo tanto, debe orientarse a las madres sobre la
importancia de la lactancia y del destete, así como recuperar los contratos de
trabajo que permiten la hora de lactancia, dado que actualmente un importante
número de mujeres no poseen ni gozan de ninguna prestación laboral que permita
preservar este hábito.
Debe orientárseles también sobre los cuidados
generales y emocionales del niño, la importancia de la relación madre-hijo, las
ventajas de hablar al niño y de estimularlo adecuadamente. Con relación a este
último punto, un programa sencillo que ayuda a desarrollar cuidados especiales
para los trastornos mentales es la estimulación temprana, la cual se puede
ensayar organizando a las madres en grupos que se motiven, apoyen, instruyan y
supervisen mutuamente, y en los que aprendan no sólo lo específico sino también
los cuidados generales del niño.
Otra situación importante que no es tomada en
cuenta por los trabajadores de salud mental, son los programas de vacunación.
El cumplimiento adecuado de estos programas conlleva la prevención de secuelas
posteriores que pueden ser evitadas por la vacunación, por ejemplo, los cuadros
de encefalitis secundarios al sarampión, que en la mayoría de casos dejan daños
cerebrales como secuelas.
ATENCIÓN AL PREESCOLAR
En este caso el trabajador de salud mental debe
identificar los grupos de preescolares en su comunidad. En el área rural esto
es relativamente más fácil dada la cercanía que este tiene con la escuela, las iglesias,
y otros centros donde asisten los niños con sus padres; en el área urbana esto
es mucho más complicado. La labor a esta edad consiste en informar a la
comunidad en general y a los padres en particular, sobre el desarrollo del niño
así como saber reconocer sus limitaciones, de tal manera que sea factible
detectar precozmente fallas sensoriales (audición, visión, etc.)
La sensación subjetiva de enfermedad produce trastornos
emocionales que son más intensos en los niños y en muchos casos generan
irritación e incomodidad en los padres, sobre todo cuando estos lo perciben
como un medio para alcanzar beneficios secundarios.
En esta edad son frecuentes los accidentes y existen
riesgos latentes dada la curiosidad, manipulación y deseo de controlar objetos,
actitudes características de los niños preescolares, de manera que es vital la
importancia que adquiere el adulto que cuida a este niño. Por esto las madres o
familias con problemas socioeconómicos, padres deficientes mentales o
psicóticos, deben ser detectados, darles seguimiento y referirlos para
tratamiento, con el fin de salvaguardar la integridad del preescolar.
ATENCIÓN AL ESCOLAR
Con el niño que no asiste a la escuela debe tenerse
una atención especial.
Estos niños viven en mayor riesgo dadas sus
condiciones socioeconómicas; son niños que deben salir a la calle, tanto en el
área urbana como en el área rural y realizar labores que ponen en riesgo su
integridad, aunado a esto la exposición al maltrato, la explotación laboral
infantil, las drogas, el alcohol y el abuso sexual, son factores que deben ser
detectados a tiempo para evitar que se conviertan en factores de riesgo, aunque
difícilmente es posible hacerlo dado el escaso número de trabajadores de salud
mental comunitarios.
Por otro lado, con los niños que asisten a la
escuela es relativamente más fácil identificar problemas como dificultades en
el aprendizaje y fracaso escolar asociados a otros trastornos como el Déficit
de Atención y trastornos sensoriales, entre otros. Es necesario establecer una
alianza estratégica entre el trabajador de salud mental, los centros escolares,
los maestros y los padres de familia.
ATENCIÓN AL ADOLESCENTE
Implementar acciones que permitan que los
adolescentes tengan opciones de sano crecimiento y desarrollo. Además de la
prevención y promoción de estilos de vida saludables como los programas contra
el tabaco, alcohol, drogas, sexo consciente y seguro, es importante proporcionarles
las herramientas para que ellos mismos gocen de espacios de diversión. Así,
fomentar la creación y construcción de lugares para la práctica de deportes,
facilitarles el acceso a bibliotecas, tener la posibilidad de participar en
actividades culturales, ya sea como actores de un proceso o como participantes
a las diferentes opciones que deberían existir.